DESCANSO
Cómo ordenar la habitación de tu hijo
Duermen, estudian, socializan y empiezan a desplegar su personalidad. La clave para crear la habitación perfecta del descanso para tu hijo es conjugar todas estas actividades
Cama
Si tienes hijos adolescentes ha llegado el momento de que su habitación infantil deje paso a una más acorde a su edad. La cama y el colchón que necesitan ya son de adultos. Las camas con almacenaje son perfectas para que tengan más sitio para guardar sus cosas y las nido para ganar espacio, mientras que el colchón y la almohada ya se deben adaptar a su postura y forma de dormir. Una temperatura adecuada también es imprescindible para descansar y dormir del tirón. Una buena opción para elegir el edredón, según sea más o menos friolero o caluroso, es que participen en la elección según sus gustos y necesidades.
Escritorio
Es uno de los básicos que no puede faltar en la habitación de un adolescente que nos ayudará a garantizar el orden y la división de las zonas del dormitorio. La clave es que esté en un lugar adecuado y sea cómodo para el estudio pero también deje espacio para actividades de ocio, socialización y descanso. Añadir cajoneras o un tablón para organizar sus tareas, fotos o elementos de decoración son ideas sencillas para hacerlo más suyo.
Silla
Ya sea estudiando o ya sea utilizando el ordenador, los adolescentes pasan mucho tiempo sentados ante un escritorio. Es importante que lo hagan en una silla cómoda que les ayude a mantener una postura correcta y saludable, un hábito que les evitará dolores de espalda, hombros y cuello ahora y en el futuro.
Flexo
Además de la luz general de la habitación, los adolescentes necesitan una luz para estudiar pero también una lámpara en la mesilla o sobre la cama para que puedan disfrutar leyendo, por ejemplo. Estos puntos de luz convertirán su habitación en un sitio acogedor donde se sientan a gusto.
Ventana
Una luz suficiente y adecuada para cada actividad ayudará a los adolescentes a cumplir con sus tareas, disfrutar de su ocio y cuidar a la vez la vista. Aun así, para garantizar su descanso puedes utilizar cortinas y estores opacos que les ayuden a conciliar el sueño.
Almacenaje
La habitación de un adolescente es su refugio y, precisamente por eso, debe tener espacio suficiente para tener todas esas cosas que le van a dar su personalidad y hacer suyo su dormitorio. Las estanterías, cajoneras, baldas, cestas, cajas o archivadores son perfectos para que puedan tener en orden su material de estudio pero también sus cosas más personales.
Si tienes hijos adolescentes ha llegado el momento de que su habitación infantil deje paso a una más acorde a su edad. La cama y el colchón que necesitan ya son de adultos. Las camas con almacenaje son perfectas para que tengan más sitio para guardar sus cosas y las nido para ganar espacio, mientras que el colchón y la almohada ya se deben adaptar a su postura y forma de dormir. Una temperatura adecuada también es imprescindible para descansar y dormir del tirón. Una buena opción para elegir el edredón, según sea más o menos friolero o caluroso, es que participen en la elección según sus gustos y necesidades.
Es uno de los básicos que no puede faltar en la habitación de un adolescente que nos ayudará a garantizar el orden y la división de las zonas del dormitorio. La clave es que esté en un lugar adecuado y sea cómodo para el estudio pero también deje espacio para actividades de ocio, socialización y descanso. Añadir cajoneras o un tablón para organizar sus tareas, fotos o elementos de decoración son ideas sencillas para hacerlo más suyo.
Ya sea estudiando o ya sea utilizando el ordenador, los adolescentes pasan mucho tiempo sentados ante un escritorio. Es importante que lo hagan en una silla cómoda que les ayude a mantener una postura correcta y saludable, un hábito que les evitará dolores de espalda, hombros y cuello ahora y en el futuro.
Además de la luz general de la habitación, los adolescentes necesitan una luz para estudiar pero también una lámpara en la mesilla o sobre la cama para que puedan disfrutar leyendo, por ejemplo. Estos puntos de luz convertirán su habitación en un sitio acogedor donde se sientan a gusto.
Una luz suficiente y adecuada para cada actividad ayudará a los adolescentes a cumplir con sus tareas, disfrutar de su ocio y cuidar a la vez la vista. Aun así, para garantizar su descanso puedes utilizar cortinas y estores opacos que les ayuden a conciliar el sueño.
La habitación de un adolescente es su refugio y, precisamente por eso, debe tener espacio suficiente para tener todas esas cosas que le van a dar su personalidad y hacer suyo su dormitorio. Las estanterías, cajoneras, baldas, cestas, cajas o archivadores son perfectos para que puedan tener en orden su material de estudio pero también sus cosas más personales.
ADOLESCENTES
El dormitorio es el centro del mundo para los adolescentes, y en él hacen mucho más que dormir: estudian, se dedican a sus aficiones y socializan. Pero que una habitación sirva para todo no significa que haya que descuidar el descanso, sobre todo porque más del 93% de los adolescentes no descansa lo suficiente
La adolescencia es el periodo de los cambios y la autoafirmación. El de los contrastes y la madurez. En el camino de niños a adultos, la adolescencia se interpone como un momento de desafío a las reglas, puesta a prueba de los propios límites y una curiosa combinación de sociabilidad y preferencia por la soledad al mismo tiempo que puede ser desesperante para los que conviven con los adolescentes. En el ámbito de las necesidades fisiológicas, muchas cambian respecto a los años anteriores puesto que estamos ante jóvenes que ya empiezan a tener necesidades de adulto, pero otras no lo hacen tanto: según los expertos, los adolescentes deberían dormir entre 8 y 10 horas diarias.
“En la adolescencia, las necesidades de sueño son de unas nueve horas”, explica la Sociedad Española del Sueño en su monográfico Sueño saludable: evidencias y guías de actuación. Sin embargo, la propia Sociedad Española del Sueño reconoce a continuación que muchos no cumplen esa necesidad: “Los adolescentes de todo el mundo tienden a retrasar la hora de acostarse y de levantarse, tienen una mayor preferencia por las actividades al final del día, duermen menos horas y padecen somnolencia diurna”. De hecho, un estudio publicado en la revista Nature Human Behaviour en febrero señalaba que el 93,5% de ellos no llega a las 7 horas de sueño de media.
¿Cómo podemos crear un dormitorio que, además de servir como su guarida y espacio de estudio, favorezca su descanso y les ayude a cumplir con esas necesidades de sueño que tan a menudo no consiguen completar? Este es el momento en el que su dormitorio pasa por su segunda transformación más importante al pasar de un cuarto infantil a un cuarto (casi) adulto. También es el momento en el que su personalidad y preferencias se hacen más presentes y pueden ser motivo de conflictos familiares. Encontrar el equilibrio entre sus necesidades y sus gustos, entre el espacio disponible y la cantidad de usos distintos que tendrá ese espacio parece misión imposible, pero con unas cuantas claves, no resultará tan difícil.
Precisamente la organización y la división del espacio es un buen punto de partida. En este momento ya no hay tanta necesidad de espacio abierto para el juego físico que sí hay en las habitaciones infantiles, pero ganan peso y requieren más sitio los muebles dedicados al estudio (escritorio, cajoneras, estantería, almacenaje, etc) y también la cama y colchón, que ya son como los de los adultos. Como norma general podemos tener en cuenta cinco necesidades que requerirán su propio espacio: dormir y descansar, relajación y ocio, estudio y dos de almacenamiento (ropa y objetos de estudio/trabajo).
Lo ideal es reservar un lugar para cada uno de estos fines sin renunciar a la amplitud y a la vez preservando algunos rincones con algo más de privacidad. Se pueden separar esos ambientes con objetos funcionales, que cumplan con un cometido esencial: el escritorio, un burro para la ropa, una estantería… Precisamente esta última puede cumplir también una función decorativa y de expresión de su personalidad, ya que pueden exponer en ella objetos personales con significado especial.
Todo el que ha lidiado con un adolescente, incluso consigo mismo cuando lo era, sabe que en la mayoría de los casos el orden no es una de sus prioridades. Sin embargo, una habitación ordenada es básica para su día a día, para que se concentren para estudiar y para que puedan descansar lo que necesitan. Aquí, lo mejor es apostar “por soluciones que aporten facilidades para que el dormitorio quede liberado de aparatos electrónicos y desorden. Lo hacemos a través de una mayor presencia de sistemas de almacenaje que en las habitaciones de adulto, para poder despejar el dormitorio de forma rápida y sencilla, y la creación de espacios para guardar los dispositivos electrónicos apagados”, apunta Manuel Delgado, responsable de interiorismo de IKEA Ibérica.
Aprendiendo a crear la habitación ideal de un adolescente
Bruno y Julia aprenden semana a semana todo lo necesario para crear la habitación perfecta para descansar
¿Cuáles son esos sistemas de almacenaje? Todos los que podamos imaginar: estanterías abiertas donde exponer sus objetos y otras con cajones para que guarden sus pertenencias privadas; armarios espaciosos donde colocar su ropa limpia, un cesto donde depositar la ropa que necesita ser lavada y ganchos en la pared para la ropa usada pero no sucia, organizadores de cables y dispositivos para que la tecnología tenga un lugar concreto donde quedar recogida.
Las pantallas son un asunto clave al organizar una habitación adolescente. Solo hay que tener en cuenta que, según el INE, dos de cada tres menores de 10 a 15 años tiene móvil, porcentaje que se incrementa hasta el 94,8% si solo se tiene en cuenta la población de 15 años, y más del 90% tiene acceso a internet. Según datos del Ministerio de Sanidad, el 80 % de los jóvenes usa el móvil de una forma ‘intensiva’ y un 18% de los adolescentes entre los 14 y 18 años hace un uso compulsivo, lo que les pone en un alto riesgo de convertirse en adictos. Ante esta realidad innegable, acentuada durante el confinamiento, está claro que el uso de dispositivos durante la adolescencia se ha convertido en uno de los obstáculos para su descanso. Resultados de estudios como este, realizado en colaboración entre el Instituto de Salud Carlos III en Madrid y el Instituto de Salud Global en Barcelona, entre otros, o este otro, llevado a cabo por investigadores británicos, concluyen que hay una relación directa entre el uso por parte de adolescentes de dispositivos con pantalla antes de dormir y problemas para conciliar el sueño. Ambos estudios se refieren a rangos de edad diferentes: 17-18 años y 11-12 años respectivamente, lo que sugiere que este fenómeno se observa en cualquier momento de la adolescencia, y que los problemas de sueño son peores si la sesión con la pantalla es más larga y si se hace en una habitación a oscuras.
Víctor Soto, pediatra y coordinador del Grupo de Pediatría de la Sociedad Española del Sueño, explica que es importante retirar de la habitación todas las pantallas y dispositivos tecnológicos antes de acostarse. Por un lado, explica, porque la luz de las pantallas interfiere con los ciclos de sueño y alerta del cerebro, que ya se ven alterados durante la adolescencia por una menor producción de melatonina. Pero por otro, además, porque “la tecnología, con el factor de socialización que tiene para ellos, les hace estar en un estado de hiperalerta que puede generar en algunos chavales incluso cierta ansiedad, impidiéndoles desconectar. Esto impide la creación de buenos hábitos y termina cronificando el insomnio”. Por ese motivo lo ideal es que los dispositivos se carguen por la noche fuera de la habitación y que si hay televisor y ordenador que estén apagados. Otra opción sería guardarlos en una caja retirada de la cama y si se utiliza el móvil como despertador, basta con guardarlo silenciado en un cajón de la mesilla.
Muchas habitaciones adolescentes siguen equipadas con una cama infantil, pero en algún momento de esa etapa de transición puede ser necesario un cambio en este mueble básico para que el sueño sea de calidad. “La adolescencia es el período de transición entre la etapa de niño a adulto e incluye algunos cambios físicos grandes que les distancian ya de ser niños y les acercan a ser adultos. Por este motivo, recomendamos que la adolescencia es un buen momento para cambiar la solución de descanso en la que usen una cama y colchón de adulto”, señala Raquel González, responsable de confort y descanso de IKEA Ibérica.
Puesto que al mismo tiempo tratamos de aprovechar el espacio para que quepan todas las actividades que realizan en su habitación, algunas camas son especialmente adecuadas para dormitorios adolescentes. Por ejemplo, las camas nido en las que gracias a unas ruedas estas se desplazan suavemente, permitiendo aprovechar mejor el espacio. Son especialmente prácticas si se trata de una habitación donde duermen dos hermanos o si es habitual que algún amigo/a o primo/a pase la noche en casa. Las camas con almacenaje debajo en forma de cajones son otra opción, muy útiles cuando nuestro hijo practica alguna actividad o deporte que requiere una equipación concreta y algo voluminosa: patines, palos de hockey, raquetas, balones… Todo eso puede recogerse rápidamente metiéndolo en un cajón amplio bajo la cama.
En cuanto a colchones y almohadas, no hay una recomendación única para todos los adolescentes, sino que cada uno debe adaptarse a las necesidades, la forma de dormir y preferencias de cada uno. Lo que sí habría que tener en cuenta, como decimos, es que sus necesidades ya son prácticamente idénticas a las de un adulto. Eso sí, el doctor Soto recuerda que las almohadas no deben utilizarse para “tapar” problemas: “Si nuestro hijo ronca mucho y la única forma de evitarlo es que use una almohada, debemos consultar a un especialista por si hay algún problema respiratorio”.
Una mesilla de noche que se sitúe junto a la cama es la mejor forma de que tengan a mano lo que necesiten: el despertador, las gafas, un libro… La máxima aquí es que tenga las cosas indispensables para evitar el caos.
Es muy importante no descuidar la iluminación, que debe cumplir distintas funciones: una luz general adecuada y suficiente para cumplir con todas las actividades con seguridad; una luz específica para el estudio y la lectura, como flexos y lámparas tipo pinza, con distintos focos si la habitación es compartida.
También habrá que cuidar el aislamiento sonoro. Según la Sociedad Española del Sueño, “el ruido ambiental es uno de los factores más importantes de interrupción del sueño” y la exposición a la contaminación sonora contribuye a empeorar la calidad del descanso, aumenta el mal humor y reduce la capacidad de atención y concentración. Dependiendo de dónde se encuentre nuestra casa quizá no sea posible evitar que el exterior sea más o menos ruidoso, pero elementos como las cortinas, las alfombras gruesas o los paneles acústicos pueden ayudarnos a reducir el nivel de ruido en el interior, especialmente en las habitaciones de nuestros hijos.
Por último, habrá que tener en cuenta la temperatura y cómo adaptar las opciones disponibles a las necesidades concretas de unas personas u otras. Las recomendaciones de los expertos consisten en dormir en una habitación donde no haga demasiado frío ni demasiado calor, para que la temperatura no interfiera con el descanso. Lo ideal es situarse entre 18 y 21 grados. A partir de aquí, nuestros hijos pueden participar en la elección de su edredón y ropa de cama, según sean más frioleros o más calurosos, según prefieran dormir completamente tapados o prácticamente destapados.
Y un último consejo: hablad e intentad tomad todas las decisiones sobre su habitación en común, siempre pensando en su descanso y desarrollo. Sabemos que la adolescencia a veces es complicada pero, como dijo Aristóteles, “los buenos hábitos formados en la juventud marcan toda la diferencia”.
DESCANSO
FAMILIAS
ADULTOS
NIÑOS
Coordinación: Prado Campos y Cecilia Marín
Diseño UI y Dirección de Arte: Alessandro Marra
Maquetación: Saúl Fernández | Producción: Delia Blesa
Ilustraciones y animación: Iñaki San Juan y Antonia y Pepa